El mercado ofrece una enorme variedad de material didáctico, pero no todo lo que se vende es adecuado para el trabajo pedagógico. Los pocos recursos económicos con los que, a veces, cuentan los jardines obligan a realizar una selección inteligente de los mismos. Para efectuar esta selección es necesario recordar que, según las oportunidades que brinda al accionar del niño, el material didáctico se diferencia de la siguiente manera:
· Cerrado: es aquel material que tiene una única forma de resolución, por lo tanto una vez que el niño resuelve su dificultad deja de ofrecer desafíos. Algunos materiales de este tipo son los rompecabezas, loterías, encajes, etcétera.
· Semicerrado: aunque tiene ciertas reglas para su uso, posibilita que el niño desarrolle diversas formas de resolución. Por ejemplo, los juegos de cartas, el dominó, el juego de la oca, entre otros.
· Abierto: este material crece con el niño, es decir, permite que el niño lo utilice de acuerdo con sus capacidades actuales de organización porque no tiene reglas establecidas previamente. El material que reúne esta característica son los de construcción: bloques, ladrillos tipo rasti o mis ladrillos, legos, dakis, de dramatizaciones, etcétera.
En este sentido, resulta necesario aclarar que en los dos últimos tipos de material didáctico (semicerrado y abierto) admiten una mayor potencialidad creativa de parte de los niños y en estos conviene realizar los mayores gastos.
Los materiales en el espacio áulico Para establecer con cuánto material es necesario contar, se tiene que definir previamente cómo se realizará la actividad: en forma individual, en pequeños grupos, en todo el grupo. Por otro lado, se deberá establecer si todos tienen que tener el mismo material, materiales equivalentes o diferentes. En cualquier caso se impone la búsqueda del equilibrio: ni tan poco que impida a los niños operar, elegir o construir sus propios proyectos de juego.
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